12 ene 2010
Allí el guía nos ofreció ir en barco o en camello. Marta, Ángel y Juan Luis prefirieron el camello
y Ángel H, Teresa y yo la barca. Subirse al camello fue de lo más divertido pero nuestro paseo en barca fue genial.
El patrón no debía pasar de los 14 años y fumaba sin parar. Eso sí, cuidaba su barca la limpiaba y la secaba sin parar. Al fin y al cabo es su medio de vida.
Nos paramos en un sitio que ellos llaman la playa del Nilo, allí nos remojamos aunque los turistas de la barca de al lado nadaron.
Al llegar a nuestro destino Teresa y yo nos arremangamos los pantalones y metimos los pies en el Nilo, en realidad los del barco de al lado nadaron pero nosotras decidimos no hacerlo. En la arena había 30 vendedores que nos saludaban como:” María, Cristina, Marta, Isabel Pantoja” cualquier nombre español acosándonos para que les compráramos cosas y no era cuestión de ponernos en bañador delante de ellos.

Los chicos acabaron su paseo en camello y se unieron a nosotros en el barco. Todos juntos nos fuimos a tomar algo a la terraza más maravillosa que existe: la sombra de un árbol, el suelo alfombrado los cojines en el suelo y dos nubios preparando café con jengibre. Fue un momento mágico que valió por todo el viaje. Al nubio le compramos café para intentar hacerlo en casa. El estaba allí tostándolo y machacándolo para luego hacer una infusión añadiendo cardamomo y jengibre…una delicia y se toma dulce o no…a gusto del consumidor.
Volvimos al barco con la intención de ir al crucero pero nuestro guía nos llevó primero hacia Aswan donde cambiaríamos del barco a motor a una faluca que es el barco de vela latina de los egipcios.
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