14 dic 2009
Después de una buena siesta nos reunimos con Juan Luis y Teresa en la recepción
Y de repente….el tráfico de El Cairo delante de nosotros, los primeros 10 minutos fueron tan intensamente estresantes que no creo que vuelva a sentir algo igual dentro de un coche.
En El Cairo conducir es sobrevivir, la existencia de semáforos, señales luminosas o en la calzada no tienen ningún significado, conducir en El Cairo hace buena la frase de “sálvese quien pueda” pero lo más curioso es que sin respetar ni una de las normas de circulación no pudimos ver el más mínimo roce entre coche, tienen un sistema muy curioso, se pitan entre ellos pero solamente como aviso…y sobre todo no discuten!
El hombre del maletín había pactado con Mohamed que primero nos llevaría a la City y después de una hora nos recogería para llevarnos a Khan el Kalili, sin embargo cuando llegamos al centro nos dimos cuenta de que no tenía ningún interés para nosotros, todo eran tiendas así que le pedimos a Mohamed que siguiera hasta el Kalili pero eso no le gustó, intentamos explicarle que el salía ganando ya que no tenía que esperarnos una hora pero no había manera. Al final aceptó y cambiamos el trato.
A la vuelta, cuando el hombre del maletín nos preguntó cómo había ido todo y le contamos lo del cambio nos explicó que eso era normal, que un pacto es un pacto y no puede deshacerse así como así….Esos egipcios…..
Bueno, después de una hora de camino donde pudimos ver el desastre de la construcción, otra cosa curiosa es que según nos contaron después aquí la gente se compra un piso en una finca pero cada uno acaba su casa. Esto incluye los cerramientos exteriores por lo que casas totalmente se veían hechas un desastre porque cada ventana era de una forma distinta o los cerramientos de las terrazas…vamos como un popurrí de mal gusto.
Al fin llegamos a y Khan el Kalili empezamos a caminar. Al rato se nos une un policía turístico. Yo, sorprendida, le pregunto que porque nos acompaña y el nos contesta que por seguridad. Claro, yo me queda estupefacta porque nos habían dicho que todo El Cairo era muy seguro así que le pregunto si estamos en una zona peligrosa a lo que él contesta que no pero que se encargará de nuestra seguridad, bueno…..pues nada, ya estamos acompañados.
A medida que íbamos metiéndonos en el mercado no dimos cuenta de que aquello no era lo que esperábamos, ropa de moros, mantas, sábanas y un poco más lejos algunas verduras y una carnicería….vamos que no nos gustaba nada.
Cansados de caminar sin éxito por el mercado le pedimos al policía que nos lleve al café de los espejos. Por el camino nos encontramos a Vanesa y a Manuel que nos acompañan hacia el café con la misma decepción que la nuestra, sin embargo casi llegando al café empiezan a verse los tenderetes que nosotros deseábamos encontrar, Al fin El Cairo a nuestros pies. Nada más llegar el policía turístico nos pide su sueldo por habernos acompañado y le pide al dueño del café su propina por habernos llevado. Pero qué cara tienen aquí ¡Vaya policía corrupta! El Fishawi está situado dentro del mercado de Khan el Kalili y es un café de obligada visita si vas a El Cairo para tomar un té a la menta, una limonada y fumar una pipa de agua (o shisha). Se jacta de ser el único establecimiento del mundo que no ha cerrado ni un solo día desde hace 200 años.
A pesar de su fama, en realidad se trata de un local un poco más grande que un pasillo con minúsculas mesas y varios espejos colgados en sus paredes pero con un encanto especial. Nosotros nos limitamos a tomar una limonada con hielo (a estas alturas del viaje los problemas digestivos ya no nos asustan) pero fue una experiencia increíble. Después vinieron las primeras compras y el regateo que francamente a mi no se me da muy bien.
Acabamos agotadísimos y a las 7.30 decidimos parar para cenar en el Restaurante…….
La experiencia no fue muy exitosa ni por la calidad de la comida ni por la amabilidad del personal pero bueno, fue una cena en buena compañía.
A la salida nos decidimos por coger un taxi de nuevo, un chico se acercó y nos llevó a donde estaban los taxistas esperando. Dos fueron los taxis pero el nuestro el más divertido porque nos llevó “El taxista más chulo del mundo” Nos lo pasamos pipa durante todo el viaje, no paró de vacilar a Manu, que iba en el otro taxi, todo el tiempo y nos entretuvo todo el camino en un castellano perfecto que ha aprendido en la calle….un tipo genial.
Llegamos agotados al hotel y nos vamos a dormir, Ángel y yo caemos rendidos como marmotas. Mañana nos espera otro día agotador….pero quien algo quiere algo le cuesta
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