DIA 10 LLEGADA AL EL CAIRO

22 dic 2009

De nuevo, maleta en mano, facturación que el Cairo nos espera.


En el aeropuerto nos espera el representante del hotel Gran Pyramid con su maletín, creo que su nombre era Wesim pero vaya usted a saber….para nosotros a partir de ahora será “el hombre del maletín”. Nos recibe con una rosa a cada uno. De nuevo esa organización tan meticulosa donde todo el mundo espera su maleta, la mira, la toca, la vuelve a mirar y la remira para no perderla de vista. Dios mío que estrés !!!! De vuelta al autocar y hacia el hotel. Casi todo el mundo se queda dormido pero a mí la emoción me embarga y necesito verlo todo, mirarlo todo. De momento el horror del tráfico en el Cairo del que tanto he oído hablar no lo veo por ningún lado. De camino al hotel el hombre del maletín nos va haciendo una visita turística y nos asigna las habitaciones. Asimismo nos explica como identificar nuestras maletas a la llegada y nos ruega que no las toquemos.


Llegamos al hotel que está en la zona de las pirámides y a una hora de camino en taxi del centro y de nuevo la misma historia con las maletas…que nos acordemos de la habitación…que no la toquemos….que la vigilemos…que les pongamos la etiqueta con el nº de habitación… ¿Qué etiqueta?…Ahhhhhhhhh no se acabará nunca? Al fin entramos en la habitación, que por cierto, es estupenda y esperamos que nos suban las maletas. Después de esperar un cuarto de hora, llaman a la puerta pero solo nos traen una maleta y nos dice que la otra vendrá en la segunda tanda. Los chicos, por su parte, no pueden entrar en su habitación porque el pestillo de seguridad interior está puesto y no la pueden abrir así que llamamos a un mozo que sube….en un momento ya está liada: el mozo con el destornillador, el hombre del maletín que sube a comprobar que todo está bien y el hombre del carrito de maletas que se niega a que Juan Luis coja su maleta y le pide que espere en la habitación. Juan Luis en pijama a las 12 de la noche coge la puñetera maleta, da portazo y se va a dormir ¡Hombre!



Ángel y yo pedimos un sándwich y nos lo traen una hora después, afortunadamente todavía no habíamos caído rendidos como lo hicieron Alicia y Lázaro que cuando ya estaban durmiendo les llamó a la puerta el camarero….país!

Yo me voy a dormir que tengo una cama estupenda y no me la quiero perder….el dolor de cabeza no se va.

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